SUPERPEQUES 5 AÑOS

SUPERPEQUES 5 AÑOS

domingo, 29 de junio de 2014

GRACIAS Y HASTA SIEMPRE

    Después de unos días de reposo de tanta emoción, escribo esta entrada que será la que cierre este querido blog. El hecho de que se acabe aquí no quiere decir que desaparezca, pues lo mantendré abierto para que cada vez que queráis os podáis asomar a él, niños, niñas, padres y madres y podáis así recordar todo (o al menos una parte) de lo que hemos vivido. 
   
    El trabajo del maestro es algo paradójico. Se supone que es eso, un trabajo, pero cuando lo haces con el corazón y desde la vocación no puedes dejar de implicarte en las vidas de los alumnos que tienes ante ti. Es una gran responsabilidad, es cierto, pero a la vez una enorme fortuna. Así lo siento, y así lo comparto. Es duro dejar de tener ese contacto directo con unos niños que pasan de ser completos desconocidos a ser como una familia.
     
     Siempre me repito la misma frase, una frase que cuando la oí creí que tenía tanta verdad que pensé en grabármela a fuego para no olvidarla nunca: "la infancia es el patio donde jugaremos toda la vida". Por eso, cuando por esta fortuna de la que os hablaba caen en "mis manos" 25 nuevas personas empezando a vivir pienso en hacerles el mejor patio para que siempre  piensen y crean que su infancia fue feliz. 

     Y a vosotros, queridos niños, ¡cuánto os debo!. No sabéis la energía que derrocháis, lo generosos que habéis sido conmigo y lo afortunado y querido que me siento. Yo no tengo hijos, pero siempre pienso que la vida me regala el ciento por uno con vosotros y con vuestras ilusiones apenas empezando a despegar...

     Y si en algo he contribuido a que seáis un poco mejores, de verdad,  me doy por satisfecho y realizado. 

     Ahora empezáis otra etapa, distinta, nueva, expectante. Aprovechadla, vividla con toda la intensidad que podáis pues sólo se presentará una vez y ojalá cuándo miréis atrás algo en vuestro interior os diga que hubo un profesor , cuando pequeño, que creyó en vosotros...


                                          Hasta siempre,      
                                                                                                                 Chema